La psicología me llevó a la risa y la risa me llevó a la psicología.
Cuando empecé a estudiar psicología hace 15 años nunca pensé que este primer paso de irme a Salamanca, a 400km de mi familia y amigos de toda la vida, me cambiaría la vida para siempre. Con becas pude disfrutar de recorrer lugares mágicos, Cuba, Miami, New York, Washington, Lisboa, Italia, España……..viajes que me llevaron a un viaje interior. Mi mente empezó a abrirse.
La mente es como un paracaídas: solo funciona si se abre. ( Albert Einstein)
De lo primero que me di cuenta es que tenía que cambiar mi manera de ver el mundo. Me pasaba largas horas hablando con muy buenos profesores como el profesor de Psicología de la personalidad, David Palenzuela y Vicente Ortiz, profesor de Psicoterapia Psicodinámica, después de las clases, reflexionando sobre cómo el ser humano podía ser feliz. Fueron momentos muy enriquecedores. En la carrera universitaria aprendí cosas realmente útiles pero fue el encuentro con un maestro de la Risa y de Meditación, Bharat Yogacharia, lo que me hizo empezar a desarrollar mi talento. Me di cuenta que de poco sirve tener muchos conocimientos si no tienes una buena manera de aplicarlos. Mi maestro me enseñó las tres reglas de oro: Practica, práctica y práctica. Empecé a practicar el arte de la meditación y la terapia de la risa. Me sentía más tranquilo y en paz, con más ganas de vivir y muy feliz. Una vez que reconocí el gran regalo que me había dado el Universo, solo me quedaba una alternativa. Compartirlo con el mundo. Sentía que cuanto más lo compartía más me ayudaba a mi mismo. Así fue como empecé a dar talleres de terapia de la risa, que más tarde se transformó en el método R.I.S.A., cuando pude fusionar la psicología, la risa, la meditación y el arte de viajar. He resumido mucho mi odisea, un viaje de ida y vuelta, mi viaje interior. En el recogí tesoros que me parecían mágicos, sorprendentes, útiles y divertidos. En la psicología desarrollé mi hemisferio izquierdo, esa parte del cerebro que razona, analiza y estructura. En la risa desarrollé mi hemisferio derecho, la parte siente, crea y sintetiza. Una me llevó a la lógica y la otra a la creatividad. Con la Meditación pude integrar ambas partes y así dejar de pelearme conmigo mismo. Ya me cansé de juzgar y de sentirme separado, serio y rígido. Después de un duro trabajo interior conecté con la integración cómo consecuencia de unir los opuestos. Todo ello pasaba por sentir todas las emociones, las positivas y negativas. Como me dijo una gran amiga, “nada de lo humano me es ajeno”. Sentía la tristeza en todo su esplendor, la rabia, el miedo y poco a poco se iba transformando en alegría, amor y sorpresa. Cuando rechazas una emoción de ti mismo, una parte de ti queda alienada. Empiezan a producirse los bloqueos emocionales de los que tanto habla la terapia gestalt y la terapia bioenergética. Es importante sentir lo que sientes, sin juzgar, simplemente manteniéndote en el sentir, dejando que la vida fluya a través de ti, con todos sus matices. Unas veces estás arriba, otras veces estás abajo, no importa. Lo que de verdad importa es que te dejes estar, según mi experiencia como psicoterapeuta.